Tus ojos grises son de verde acariciados, marrones de la pasión que nunca les ha dejado. El mar les da el azul que el cielo les ha prestado y un manto color miel endulza su pasado. No busques ansiedad en ellos no se aloja, antes está el color que su pupila adorna. Busca primero el fuego, la llama que les brota, la piedad que les envuelve y el cielo que les toca. Háblales del amor que atormenta, del tiempo que les quiere, del grito que susurra y el viento que les mueve, de todo lo que hay y de lo que no tienen, háblales de lo mucho que les quiere.
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