sábado, 1 de diciembre de 2012

Éxodo

Y porque el que se fue tarda, la gente desespera y quiere en alguien confiar su carga, su vida, su ventura, su mañana. Adorar, sea a quien sea, naturaleza humana que quita miedos y cautelas y ensancha corazones y esperanzas. Se ha de adorar a quien sea, Dios, Yahvé, Jehová, no haya alarma. Becerros, si haylos, con cuerpo, cabeza, cuernos y patas, con todo lo que haya hay que adorar, no importa lo que salga, no importa si el hoy es el ayer y el futuro el pasado que nos alcanza. Pero si de rezar se trata, reza a Dios, no importa el nombre que su figura ensalza. Qué importará su nombre, Yahvé, Dios, Jehová, Alá, Buda, no hay nadie más en quien creer, el mundo en su mirada, tu cuerpo en sus manos y en su querer tu casa. No hay nada más que un mar profundo en calma. No hay Dios justiciero y vengativo, no entra en él el odio y la venganza, no puede entrar la falsedad que impide al hombre abarcar lo que él alcanza. No hay nada más grande ni pequeño, ni bueno ni malo, ni blanco ni negro, revestido del origen de las razas, de todos aquellos que sentimos, con él y en él, el amor y la nostalgia. Lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, más que todo el cielo que nos ata que sobre nuestras cabezas abre al fin el rayo de esperanza. Llamarle como sea me da igual, Dios, Yahvé, Jehová, Alá, Buda, algo que nos llena y nos atrapa. Quizá en el corazón no se llame nada, alegría y libertad, amor y compasión son nombres que le abarcan. Creer o no creer, qué más da, labremos este mundo y el fruto irá donde nuestro pensamiento vaya, el que crea hacia su cielo, y el que no hacia su tierra enamorada. Venir Yahvé o Dios, Jehová, Alá, Buda, venir por fin, seguros y con calma y si no habréis de llegar que llegue la mañana, la tarde en mi interior y la noche en mi alma. Que puedo o no creer, mi vida está labrada, hecha de barro y fuego, sudor, esfuerzo y nada más que el llanto agotador del trabajo que me mata. Creer en Dios o no, no es más que una mañana que te mece entre sus dedos o que en ellos te resguarda. Qué más da donde vayas el cielo te acompaña, la tierra te cobija y el viento hace de ti pura nostalgia.

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